Oh Padre Celestial, Dios eterno y lleno de misericordia, hoy me acerco a Ti con un corazón humilde, necesitado de Tu amparo, de Tu guía y de Tu provisión divina. Tú que todo lo ves y todo lo sabes, cúbreme con Tu poderosa mano, protégeme de todo mal visible e invisible, y derrama sobre mí la gracia de Tu provisión en cada área de mi vida.
Te ruego, Señor, que me protejas del enemigo, de sus trampas disfrazadas, de sus ataques inesperados, de toda maldad oculta, de los que desean verme caer, de quienes murmuran a mis espaldas y de aquellos que, con sonrisas falsas, esconden malas intenciones. Aleja de mi camino a los hechiceros, a los que practican la brujería, a los que lanzan maldiciones y deseos oscuros contra mí y mi familia. Que sus palabras se disipen en el viento y sus intenciones se estrellen contra Tu escudo protector.
Líbrame también, Señor, de los ladrones, de los asaltantes, de aquellos que quieren arrebatarme lo que Tú me has dado. Guarda mi hogar, mis pasos, mi salida y mi entrada. No permitas que caiga en manos de la injusticia ni en las redes de los corruptos. Líbrame de los gobernantes que gobiernan con intereses perversos, que ocultan la verdad, que manipulan al pueblo con engaños. Que Tu justicia prevalezca y que los que tienen poder sean tocados por Tu Espíritu para actuar con rectitud.
Pero sobre todo, Dios mío, protégeme de mí mismo. Protégeme de mis malas decisiones, de mi orgullo, de mi ignorancia, de mis deseos desenfrenados que me alejan de Ti. No permitas que yo mismo sea piedra de tropiezo en mi camino. Líbrame de las elecciones que me conducen a la perdición, del pecado que me seduce, de la voz interior que me empuja a lo oscuro. Dame sabiduría para elegir bien, discernimiento para decir “no” a lo que parece bueno pero es veneno. Dame dominio propio, Señor, y hazme fuerte en la tentación.
Oh Señor de los cielos, no me falte Tu provisión. Tú que alimentas a los pájaros del cielo y vistes los lirios del campo, no me abandones en mi necesidad. Abre puertas donde no las hay, provee lo que mi alma, mi cuerpo y mi familia requieren. Derrama bendición hasta que sobreabunde, y enséñame a confiar, incluso cuando los días se tornen inciertos.
Envía a mis ángeles guardianes, especialmente a mi ángel de la guarda, para que me acompañe, me hable al corazón y me aparte del peligro. Que él me susurre paz en medio del ruido, que me conduzca por caminos seguros y me aparte de la senda de la destrucción.
Gracias, Dios mío, por escucharme. Creo en Tu protección, espero en Tu provisión, y descanso en Tu fidelidad. Que cada día de mi vida esté bajo Tu sombra y bajo el cuidado celoso de Tu amor. Amén.